Catalepsia social: un mal del siglo XXI

Estamos viviendo tiempos difíciles, la violencia y la inseguridad se hacen evidentes en todos los rubros de nuestra vida; tenemos que ir al trabajo o a la escuela, no podemos darnos el lujo de quedarnos agazapados en casa por miedo a sufrir un asalto o un secuestro; con todo y el temor que esto implique, tenemos que salir a enfrentar la realidad. En pleno siglo XXI, ¿quién querría estar aislado? Allá afuera está nuestra familia, los amigos y compañeros de trabajo. Tenemos derecho a convivir con los demás, salir de paseo y regresar sanos y salvos a casa. 

Queremos estar informados y por ese motivo buscamos las noticias en algún medio de comunicación y lo único que encontramos son cifras espeluznantes de personas desaparecidas, muertas o secuestradas; cada vez hay más asaltos a mano armada, extorsiones y estafas en las redes sociales, es alarmante ver como la agresividad y la violencia se adueñan gradualmente de nuestro entorno. 

Desafortunadamente, a pesar del temor que todos estos acontecimientos despiertan en cada uno de nosotros, muchas personas han “normalizado” esos actos ominosos que atentan contra la vida e integridad personal y la de nuestros seres queridos; o por lo menos eso parece, ya que, muchas personas se muestran insensibles e incapaces de reaccionar frente a tales atrocidades. Es más fácil que esas personas se conduelan por la escena dramática de una película que por situaciones que acontecen en su medio. Hemos llegamos a tal punto que esa indolencia e indiferencia se han convertido en una verdadera “Catalepsia social”. 

La catalepsia es un estado biológico en el cual una persona yace inmóvil, en aparente muerte, y sin signos vitales, cuando en realidad se halla en un estado consciente que puede, a su vez, variar en intensidad: en ciertos casos el individuo se encuentra en un vago estado de conciencia, mientras que en otros pueden ver y oír a la perfección todo lo que sucede a su alrededor (Journal of the History of the Neurosciences. 2000). 

Las personas que se encuentran en este estado pueden escuchar y ver perfectamente lo que se sucede a su alrededor, pero no responden a los estímulos; son incapaces de reaccionar, aun cuando saben que todo lo que está sucediendo los puede llevar a la tumba sin tener la posibilidad de expresar su condición. 

La catalepsia social es una condición que afecta a un colectivo y conlleva apatía y poca o nula sensibilidad frente a los acontecimientos violentos de la vida cotidiana. Se delega toda la responsabilidad a las autoridades, la población exige que sean ellas las que se ocupen de erradicar la violencia que impera en las calles; estamos de acuerdo en que la principal función del Estado es el bien común, por tanto, su deber es proporcionarnos seguridad y las condiciones necesarias para tener bienestar pero sin que ello implique deslindarnos de la parte que nos toca como ciudadanos, debemos pensar en que todos somos corresponsables de lo que sucede en nuestro entorno, obviamente no vamos a tomar la justicia por nuestra propia mano, eso sería poco civilizado; para eso existen tribunales que se ocupan de procesar a quienes delinquen. 

Si la responsabilidad es compartida  y cada uno de nosotros es copartícipe de lo que sucede en nuestro país, entonces ¿cómo puedo contribuir para erradicar la violencia que predomina en las calles? ¿Qué puedo hacer para salir del estado de catalepsia social que me impide reaccionar frente a los hechos que afectan a mi comunidad?

Existen muchos factores que determinan nuestro comportamiento, no es fácil justificar o atacar a aquellas personas que sufren un estado de catalepsia social porque su educación, formación y actitudes se encuentran limitadas por su entorno.

Sin embargo, cada uno de nosotros “puede actuar desde su trinchera” porque lo que estamos viviendo es parte de lo que sucede en los hogares, la violencia comienza desde casa, no hay más. Si existen personas que roban, mienten, golpean y matan es porque de pequeños vivieron en un entorno violento; escuchaban mentiras, veían cómo mamá era golpeada por el hombre que decía amarla, pero también se daban cuenta de que cuando papá manejaba, no le importaba pasarse el alto, rebasar en línea recta o agredir verbalmente a todo aquel que osara rebasarlo. Muchas veces descubrieron que el tío consentido iba a la tienda y ocultaba productos en los bolsillos de su chamarra y se iba sin pagar. 

Ya lo decía Ralph Waldo Emerson «Lo que haces habla tan fuerte que no puedo escuchar lo que dices», por lo tanto,  esos pequeños veían el comportamiento de los adultos, no escuchaban, solamente se dedicaban a observar, no estaban ciegos. Los niños son muy inteligentes y ellos sabían que si tomaban algo que no les pertenecía o golpeaban a un compañerito de la escuela, los padres o tutores solamente se reirían argumentando que ese pequeño no era un tonto, por lo que lejos de reprender ese comportamiento, le aplaudían sus fechorías. Esos niños crecieron y se dedicaron a reproducir lo que aprendieron en casa. Ahora, son aquellos que salen a las calles a dañar a la gente; lo peor de todo es que los padres, hermanos mayores o demás familiares saben que esos jóvenes están haciendo cosas indebidas y como adultos, son “incapaces” de reaccionar, su actitud es pasiva y condescendiente. 

La descomposición social comienza por la familia, ya que esta se constituye como una unidad fundamental de aprendizajes significativos para los niños, siendo los adultos los primeros modelos a seguir durante su infancia. La catalepsia social es un estado que se inicia desde el momento en que las personas dejan de ver y escuchar a sus hijos, sin ser conscientes de que al negarles atención, afecto y un sistema de valores, estos crecerán y se convertirán en un verdadero riesgo para los demás.

No permitamos que la indiferencia, el egoísmo y la misantropía se conviertan en factores de riesgo para nuestros propios hijos; despertemos para crear un mundo mejor y eduquemos para ser más humanos, de lo contrario estaremos condenando a las nuevas generaciones a ser catalépticos sociales con una vida vacía, inmóvil y sin sentido. Si quieres conocer más acerca del tema comunícate con nosotros, tenemos cursos y talleres para ayudarte a crecer y posicionarte en el mercado.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *