“Síndrome de Estocolmo empresarial”. Atrapados en un calvario psicológico

Seguramente, alguna vez hemos escuchado esa frase lapidaria que dice “nuestro trabajo es nuestro segundo hogar”; si esto es cierto, y en el supuesto de que nuestro hogar nos proporcione paz, fraternidad y regocijo, entonces lo menos que podemos esperar es que, ese lugar de trabajo nos dé tranquilidad, seguridad y confianza, porque además de que pasamos muchas horas frente al escritorio, tenemos que convivir y colaborar con otras personas que, al igual que nosotros, cargan sus propios sueños, expectativas, problemas y objetivos. 

Cada compañero de trabajo tiene su propia historia personal, razón por la que, el centro de trabajo se convierte en una multitud de creencias, opiniones y formas de ver la vida, sin embargo, si existe una comunicación efectiva en el trabajo, entonces daremos prioridad a los objetivos organizacionales generando una verdadera sinergia y un trabajo colaborativo, en donde el binomio perfecto será ganar – ganar, porque además de cumplir con las metas de la organización, se estará generando un adecuado ambiente de trabajo. 

Todo esto parece una utopía, pero no lo es, muchos cuentan con el hogar y el trabajo que siempre soñaron; no obstante, hay personas que no corren con la misma suerte. Existen ambientes laborales que se parecen más a un campo de batalla que a un centro laboral; prevalecen los conflictos personales, hay una competencia enfermiza y en el ambiente se perciben actitudes tóxicas y dañinas; todo esto, sumado a la indiferencia y el escaso o nulo liderazgo de quienes dirigen la organización.  En este escenario tan lamentable se encuentran tres grupos de colaboradores:

Primer grupo: Está representado por aquellos que no se adaptan a un ambiente tan truculento y saben que en cualquier momento tienen que migrar y buscar nuevas oportunidades en el mercado laboral. Reconocen que ese medio, además de afectar su salud física y mental, representa un declive en su carrera profesional. Pueden involucrarse en las distintas tareas que tienen asignadas, pero no se comprometen al 100%. Están sin estar.

Segundo grupo: Compuesto por colaboradores que le inyectan toxicidad al ambiente laboral. Van con la corriente, no son leales, pues sus intereses se inclinan hacia donde mejor les convenga, aparentemente se adaptan a las circunstancias que imperan en el centro de trabajo, pero son oportunistas y se aprovechan de los más débiles, son serruchadores, chismosos, llevan y traen, son inmutables (nadie puede leer sus emociones y resultan altamente peligrosos). Domina el hostigamiento y hacen que se respire una atmosfera de malestar e inconformidad por parte de quienes tienen que soportar esos comportamientos. 

Tercer grupo: Está integrado por los colaboradores con “síndrome de indefensión aprendida”, sufren abandono emocional, saben que las cosas andan mal, identifican a los agresores, sienten en carne propia el rechazo, la burla y violencia de sus compañeros. Les invade el desánimo, el ambiente laboral afecta su salud mental. Tienen miedo de expresar su inconformidad. Saben que todo está mal, el ambiente de trabajo, las condiciones laborales, la relación con sus compañeros, con su jefe, pero aun así, su postura es de sumisión.

Las personas que pertenecen al tercer grupo podrían estar afectadas por el “Síndrome de Estocolmo empresarial”, viven una condición muy difícil, pero no imposible de solucionar.

El término “síndrome de Estocolmo” viene de un incidente ocurrido en Estocolmodonde una cajera afirmó confiar plenamente en uno de sus atracadores. Muchos estudios aseguran que el síndrome de Estocolmo describe el vínculo positivo que la víctima desarrolla por su secuestrador (Namnyak et al., 2007). “Es un proceso de “identificación con el agresor”, considerándose como una respuesta emocional automática, a menudo inconsciente, al trauma de la victimización (de Fabrique, Van Hasselt, Vecchi y Romano, 2007)”. Este síndrome se ha llevado a varios terrenos como el laboral, en cuyo caso se le conoce como “Síndrome de Estocolmo empresarial o laboral”.

Los trabajadores afectados por este síndrome “sufren” un maltrato y tortura psicológicos, se ve afectada su autoestima, llegando a justificar e incluso aceptar la tensión diaria y el trato inapropiado. Sin saberlo, sufren una identificación con su agresor. Saben que las cosas andan mal, la relación con sus compañeros está basada en el miedo y falta de respeto. Se adaptan a las vejaciones, llegan a creer que son ellos lo que provocan el malestar de sus compañeros, por lo tanto, tienen que aguantar todo lo que les digan o hagan, no están dispuestos a abandonar el trabajo. Gradualmente, dejan de ver todo lo negativo que hay en la empresa o su área de trabajo. Si alguien les aconseja que reporten o denuncien los abusos, responden que no es para tanto, que ya pasará. 

Los colaboradores con el síndrome de Estocolmo empresarial o laboral sufren una especie de “autodestrucción” son saboteados por sus propicios pensamientos y, muchas veces, creen que no pueden abandonar a la empresa que los ha sostenido durante tanto tiempo. Las personas que no sufren de esta condición podrían pensar que es ridículo y absurdo que este tipo de colaboradores no se defiendan, pero no podemos juzgar a la ligera una situación donde pueden influir múltiples factores. 

Según los expertos, sí es posible recuperarse de este síndrome, pero quien lo padece tiene que identificar el malestar psicológico y tomar conciencia de que es víctima de violencia y que nadie tiene la facultad de vulnerar sus derechos. Es importante que se informe acerca de los derechos que tiene como persona y trabajador para exigir ante la autoridad correspondiente el respeto e indemnización por el daño ocasionado. Tienen que potenciar la autoestima y reconocerse como personas dignas y valiosas, merecedoras de aceptación y respeto. 

Si la situación es insostenible, tienen que pensar seriamente en cambiar de empleo o en su defecto, reportar con su jefe inmediato todo maltrato causado por él o los victimarios. Pero si las personas que sufren el síndrome sienten que no son capaces de llevar por ellos mismos estas acciones, entonces pueden invocar el apoyo de los especialistas en la materia. Siempre habrá una solución y una forma de salir de ese círculo vicioso que daña la dignidad y el amor propio de miles de personas en el ámbito laboral. Si quieres conocer más acerca del tema comunícate con nosotros, tenemos cursos y talleres para ayudarte a crecer y posicionarte en el mercado.

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Por Carmen Benavides

Directora de Contenidos TraInn MX

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